miércoles, 9 de mayo de 2007

Lágrimas y Risas

"Con ese nombre y mi obsesión por la ciudad, era casi una señal.

Entré al cine sola, un día de semana, a las 11.40 de la mañana.


Mientras esperaba los primeros haces de luz formando la imagen, me terminaba de acomodar “mentalmente” en ese ambiente de cine, en el que todo pasa mientras afuera el mundo pareciera quedar en el más absoluto silencio.


Muchísimo tiempo que algo externo no me movilizaba tanto. Estiraba las piernas, doblaba las rodillas, me movía nerviosa al verme allí, en la pantalla, con otras caras y otro contexto.


Lágrimas. Risas. Más lágrimas.


Una historia con todas las letras, con mayúsculas me atrevería a decir.Una historia con personajes que identifico en mí misma, en mi padre y que podrían ser la piel de tantos otros. Con personajes de verdad, ni tan buenos ni tan malos, PERSONAS. Cada uno cargado de sus fracasos –¿quien no?-, y contradicciones.

Me asombra, me maravilla, me asusta y me llena de felicidad -todo a la vez- encontrar frente a la pantalla ciertas ideas que se repiten en mi cabeza, puestas en imágenes por alguna otra persona en algún punto del planeta.
Voz y pensamiento, ajenos entre sí, unidos por una o dos horas, como recordando que, con distintas formas, los hombres somos hombres; vivimos, amamos y tememos como tales. Eso vi en El amor y la ciudad.


Más allá de lo personal -en un arte en que lo personal y lo formal se cruzan “distraídamente”- me conmovió el sentido de belleza, en su sentido más profundo, si es que así puede llamarse a la belleza que conmueve en cada personaje, en los paisajes y en las situaciones que se suceden en el film.


Cerraría, al mejor estilo crítica periodística, con un "el primer film argentino que..."
- Rosario (espectadora)

No hay comentarios:

 

Free Blog Counter